Los poemas, las adivinanzas y los trabalenguas de Abuelo de pájaro hacen que la lectura de este libro sea una experiencia muy cercana al juego, a la creatividad, al humor y la expresividad verbal y corporal.
Compuestos con la sensibilidad y la musicalidad innata del maestro Jorge Velosa, los poemas les cantan a los animales, a la amistad, a la compasión, al trabajo en equipo, a las tradiciones y a la vecindad, entre otros.
Las adivinanzas, tal vez el plato fuerte del libro, nos llevan a preguntarnos —tanto a grandes como a niños— acerca de la belleza, de lo simple y de lo valioso de ciertos objetos, animales y alimentos sobre los que cotidianamente no nos detenemos. Con sus acertijos y juegos de palabras, el maestro Velosa nos invita a hacer una pausa para observarlos de cerca, apreciarlos, y agradecerlos.
Por su parte, los trabalenguas son divertidos desafíos que no sabemos si lo que buscan es retar a la memoria, o si su verdadero objetivo es provocar ataques de risa a los lectores que, en solitario o acompañados (mejor acompañados) intentan soltar la lengua con tan desopilantes retahílas. Podríamos decir que también los poemas y las adivinanzas nos invitan a ponerlos en escena en la sala de la casa, en el comedor, en el salón de clases, en el recreo o en la biblioteca del colegio.
Para los niños, Abuelo de pájaro es un libro que divierte, que estimula la creatividad y que les invita a preguntarse acerca del mundo. Para los adultos, este libro es un puente directo a la infancia, un enchufe universal para a conectar con el niño interior.