En el mundo recién nacido, los animales buscaron hogar: en lo alto de los árboles, los voladores hicieron su nido; en lagunas, ríos, y mares, los nadadores dijeron: “Esto es lo mío”. Los amigos de la oscuridad, bajo tierra decidieron escarbar, y los rápidos corredores, en las sabanas, ¡con el viento a navegar! Pero quedaba un lugar desocupado, allá en los bosques nublados: era lindo, salpicado de flores, y adornado con hongos delicados. Era un lugar para ser habitado por coatíes enamorados.